LLAREK Y DON DAMIAN. José Juan Pacheco Ramos
LLAREK Y DON DAMIÁN
A la vera de una isla,
arrullada por las olas,
habitaba una bella
gamba rosa en caracola.
Gamba rosa de cristal,
entre aguas que se agitan
sobre anémonas aladas
de belleza exquisita.
Jugueteaba en sinfonía
de azules y corales,
dulce Llarek la llamaban
en el fondo de los mares.
A los días sucedían
noches pródigas en sueños
de burbujas rutilantes
con mareas de ensueño.
Protegida por el oro
de las playas arenosas,
era Llarek admirada
por su corte fabulosa.
Entre algas misteriosas
y gigantes mejillones,
por delfines bien amada
y también por tiburones.
Mas la dulce y tierna Llarek,
que adoraba la verdad,
se agitaba con mil dudas
y una gran curiosidad.
Preguntó a don Damián,
surcador de siete mares,
si al enigma lacerante
la respuesta él hallare.
Respondióle don Damián,
que era un viejo calamar,
tú, pregunta, criatura,
que respuesta te he de dar.
He tenido la fortuna
de crecer y de vivir,
de nadar todos los mares
hasta la hora de morir.
Ya estoy viejo y no lamento
los errores de mi infancia
ni mi loca juventud
ni los años de esperanza.
Con lo mucho que ya he visto,
como hicieran tantos otros,
sólo sé que nada sé,
yo, el sabio entre vosotros.
Dime, tú, mi buen Damián,
preguntóle la doncella,
cuando el Sol en occidente
cede el paso a las estrellas…
…y lanzando fuego al cielo
cada tarde en él perece,
¿en qué mar halla su lecho
y el sueño que le mece?
Tu pregunta es muy sabia,
la respuesta lo es más,
en ninguno, dulce Llarek,
pues el Sol no toca mar.
¿Cómo quieres que te crea
si tú niegas, oh Damián,
lo que veo cada día,
mil ponientes de azafrán?
Siete mares he cruzado,
dijo calmo el calamar,
y en ninguno ha reposado
nunca el gran cuerpo solar.
Pero no me creerás
hasta verlo por ti misma,
ve y busca esa verdad
que implacable te ensimisma..
Ve haciendo tu camino,
dulce Llarek temporal,
pon tus pies sobre mis huellas
busca siempre hasta el final.
Eso haré, le dijo ella,
nadaré hasta el Poniente,
cuando aclare este misterio
volveré ya impaciente.
Montada en grácil ola
brilló aún su cuerpo fino,
¡hasta pronto, buen amigo,
voy haciendo mi destino!
Adiós Llarek, pensó él,
cuando vuelvas no estaré,
surcarás los siete mares
pero no darás con él.
Traerás el gran tesoro
de una fiel sabiduría,
pensarás en don Damián
y en cuánto te quería.
Y dirás con mi recuerdo
que el Poniente es Levante
y Oriente Occidente
y que el astro fulgurante
que seguiste por el mundo,
nunca en mares se durmió,
dueña al fin de tus certezas,
dulce Llarek, sobre el Sol.
Y si un viejo calamar
te merece un pensamiento…
¡pon palabras en un verso
y recítalas al viento!…
¡Sí, recítalas al viento
cuando, en el atardecer,
en el mar el Sol se esconda
cada día como ayer!