Juan Cristóbal
INGRESE A San Marcos…en 1961, nunca pregunté, ni me pregunté, qué podía darme SM, o cuánto podía hacerlo. Simplemente ingresé y me dio cosas maravillosas: la amistad de amigos y amigas inolvidables, unos presentes, otros ya no tanto, pero siempre presentes. Y cito: Juan Ojeda, Hildebrando Pérez Grande, Sonia Dávalos, Nancy Bonilla, Wilfredo Ilizarbe, Martín Quintana, Nelly Vargas, la sra Córdova, el «flaco» Vilela, Juan Behr, Pancho Vargas, Carlos Sánchez, Carlos Tincopa, Ricardo Ráez, y dos años después, a Antonio Gálvez Ronceros, Fernando Vidal, Cesáreo y Gregorio Martínez, Rosina Válcarcel, Carmen Sánchez, Vilma Derpich, etc. Y esa aventura, aparte de otras un tanto «subterráneas», y no sólo me refiero a esa maravillosa estrella que brillaba en el cielo: la revolución cubana, me dio la posibilidad de descubrirme y enrumbarme, donde ahora estoy: a los 82 años, aportando lo posible a una revista de izquierda de nombre andino, Yuyay, de tono virtual,pero limpia en su trote y caminar.