Despedida de Alberto Gálvez Olaechea
Este post es una despedida de los miles de amigos que hice estos años a través de Facebook. Fue una experiencia estimulante y aleccionadora, sobre todo en los inicios.
Pero todo tiene su final. Sucede que un juez ha tenido a bien ordenar mi prisión preventiva por un caso de hace mas de tres décadas y que recién ahora se apresuran a poner en la agenda.
El objetivo es claro: que Víctor Polay y Miguel Rincón no salgan libres y que los que salimos hace unos años regresemos tras las rejas. El modus operandi es conocido: escarbar en los archivos casos no judicializados y activarlos. Osmán Morote es un precedente. Y todo esto, claro, en nombre de la justicia.
Después de pasar 27 años a la sombra no tengo la menor intención de repetir el plato. Buscaré refugio en la biblioteca de algún monasterio benedictino allende los Pirineos.
Tengo un documento que pensé entregar al juzgado pero no valía la pena. Lo he hecho llegar a personas muy cercanas y me tomaré un tiempo en reflexionar mas profundamente para publicar algo mas sustancioso que un alegato de «yo no fui».
Cuando me detuvieron por primera vez, allá por 1987, descubrí, no sin asombro, que el mundo se las arreglaba muy bien sin mí. Hoy esto es una certeza.
Solo me lacera la idea de no ver a mi nieto terminar de crecer, y la sensación de que la despedida de quienes me son entrañables, podría ser definitiva. Pero así están las cosas y hay que afrontarlas.
Agradezco a quienes se dieron la fatiga de leer mis textos y lamento decirles que tengo la firme intención de seguir importunándolos con mis divagaciones.
Para concluir quisiera dedicarme estos versos de Luís Hernández:
A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron contemplar el mundo,
a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías restringidas y a la generalizada.
A todas las cervezas junto al mar.
A todos los que en el fondo tiemblan al ver a un guardia.
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el tiempo hace florecer en el alma.
Facebook 22/10/2023