CAYARA a 36 años -Juan Cristóbal
CASO CAYARA (conmemorando los 36 años de la matanza, acaecido un 14 de mayo de 1988).
CAYARA
I
Nos han matado como a cuyes, como a perros nos han matado, como a sapos, «indios de
mierda», nos decían, ni el templo lo han respetado, los soldados se metieron y a los que
estaban allí les dijeron: «al suelo, carajo», luego separaron mujer, hombres y niños, y al
poquito rato gritos nomás se escucharon, cuando entramos al día siguiente pura sangre
nomás era todo ello que llegaba hasta las afueras del pueblo, hartos cadáveres
encontramos, pobrecitos, estaban salvajemente cortados, con huellas de hachazo en la
cabeza y uno de ellos con un balazo en la frente, pero no sólo en la iglesia habían hecho
esto, también las casas fueron arrasadas y quemadas, mi comadre gregoria dice que a los
hombres en su chacra les obligaron a quitarse la camisa y echarse sobre pancas de cactus
en el suelo donde sobre sus cuerpitos saltaban, los hombres llorando pedían que no los
matasen, igual lo hicieron: con machetes, martillos y lampas, luego los desaparecieron,
cuando vinieron las autoridades y abrieron unas fosas sólo encontraron una mano y unos
pelos de mujer.
II
(testimonios personales)
Primitiva Quispe
Estaba dándole comidita a mi hijita cuando la vecina me dice: «comadrita, han matado
unos soldados», eso me puso nerviosa, porque yo había escuchado que cuando eso
pasaba los soldados venían y hacían desgracias, por lo que me apuré, cogí a mi hijita y en
la calle encontré a mucha gente asustada, otra vecina me dijo, «vámonos rapidito, yo
conozco unos matorrales», cuando ya estábamos escondidas escuchamos muchas
explosiones y después vimos una llama muy alta de fuego, allí pasamos la noche, al día
siguiente encontramos varios niños llorando como locos, preguntando por su mamá, por
su papito, de pronto uno de ellos comenzó a contarnos lo que había sucedido: «lLos
soldados han matado con garrotes a la gente, a nadie han respetado, preferible no
regresen, dicen todos somos terrucos».
Fernandina Palomino
Estaba en mi casa con mi esposo y mis hijitos, cuando escuchamos hartos disparos,
«serán borrachos» dijimos, y seguimos comiendo, pero cuando al día siguiente con mi
esposo fuimos a la cosecha comunal y estábamos realizando las primeras faenas del
campo volvimos a escuchar montón de disparos, de pronto vimos como a 30 personas
incendiando las casas del pueblo, no sabíamos quiénes eran porque tenían las caras
cubiertas, pero sospechamos que eran soldados porque son los únicos que tienen
caballos, en ese momentito llegó un helicóptero y siete camiones, de allí bajaron un
montón de soldados, entonces todos sentimos miedo pero seguimos trabajando, cuando
alguien dijo, «vamos para el pueblo», y todos fuimos, cuando íbamos a llegar, unos
militares nos pararon y dividieron: niños, mujeres y hombres, y después: «échense boca
abajo al suelo», sentimos que cortaban pencas, pensamos que era para comer, pero no,
nos pusieron con sus espinas bien gruesas en nuestras espaldas y comenzaron a saltar
sobre ellas, gritando : «dónde están las armas», como no sabíamos nada, nada
respondimos y eso fue peor, los soldados como locos se pusieron, como a perro nos
gritaban y pegaban, y como seguíamos callados, comenzaron a matar a los hombres, a
cortarles la cabeza, a romperles la cara con martillos, fue terrible todo esto, ya no quiero
recordarlo, pero en el sueño se me viene todo a la cabeza, como cuando a mi vecino don
solano, le abrieron el cuello con una hacha, después de matar a todos los amontonaron
como carneros, luego de unas horas vinieron otros soldados y se los llevaron a unos en
un camión y a otros a lomo de bestia, los que quedamos no sabíamos que hacer, entonces
su jefe a las mujeres nos dijo: «tienen 5 minutos para desaparecer, pero eso si, los niños y
jóvenes se quedan», nos fuimos al pueblo más cerca y después cuando volvimos quisimos
enterrar a los muertos pero los soldados todos rabiosos nos dijeron: «váyanse, carajo, si
siguen jodiendo les vamos a meter por sus bocas a sus muertos», y nos estábamos yendo
cuando vimos que a los muertos los tiraban quemados a un barranco.
Indalecio Cruz
Llegué al pueblo en la noche y en la entradita los soldados me detuvieron, me vendaron
y tiraron al suelo, sin decir más, comenzaron a golpearme la cabeza, el cuerpo y a
decirme: «cuál es tu mando, tu nombre de combate», como yo no respondía, me
agarraron la garganta y con un fósforo me quemaban el oído derecho y con un alicate me
jalaban el otro, cuando vi que pasaba un camión con muchos hombres quemados,
entonces me dijeron, «andavete, pero no digas nada carajo, porque te quemo la casa, y si
abres la boca te corto la lengua de un tajo», mientras me mostraba una cuchilla grandota.
Pelagia Tueros
Yo no vivo en este pueblo pero tengo un comadre y a ella fui a visitarla el día de la
matanza, para ayudarla en las faenas del campo, cuando llegué un soldado me dijo: «pon
estas piedras en esos huecos», cuando fui a poner vi que habían muchos muertos y otros
no estaban, todavía abrían sus ojos, cuando terminamos de poner las piedras pusieron
unas dinamitas y explosionó muy fuerte, los que estaban con pasamontañas se fueron por
los cerros, y los que se quedaron nos comenzaron a pedir documentos, cuando llegué
donde mi tía leocadia la encontré toda llorando, diciendo, «han matado con hachas y
cuchillos a todos, a los que estaban en la iglesia también, mejor no salgamos de la casa,
hagamos como si estuviésemos muertas o como si jamás hubiésemos vivido», quisimos
dormir pero no pudimos, se escuchaba balazos, chillidos, gemidos, y cuando dormí todo
esto seguí mirando en mis sueños.
Emilia
Los cuerpos estaban allí, en el barranco, allí los hemos encontrado, para encontrarlos los
hemos buscado cinco días, pero no se podía porque huesos nomás eran, huesos nomás
estaban, huesos quemados, huesos que ya ni huesos eran.
Angélica Mendoza
Cuando mataron a toda mi familia yo hablé con el presidente, él me dijo: «castigaré a los
responsables», pero ahora que vengo a verlo ni me recibe, otra gente entra pero yo no
puedo, yo quería decirle que los que quedamos tenemos miedo, no podemos dormir ni
vivir porque un día amanecemos muertos, aunque el señor presidente no me escuche yo
seguiré buscando a mi familia y a todos los que han desaparecido, es una espina que nos
carcome todo el cuerpo, temblamos cuando un camión se acerca, pero peor si son con
explosiones, cuando sucede esto agarramos a los hijos y nos vamos por el cerro, la
muerte es cosa de todos los días.