La Alegría- Gustavo Benites Jara
LA ALEGRÍA
La alegría es vocación de escogidos.
No es cáscara impura ni mandíbula grotesca. Más bien es serena mejilla, pulpa generosa.
La alegría no brota a golpe de clarines turbios cada mañana, sino que nace de la raíz misma de nuestra ruta de advocados para el amor.
Hay mucha humildad en aceptar el ser feliz. Nuestra rebelión necesita de la desdicha para nutrirse. Tememos perder algo de nosotros mismos al comulgar con el cósmico aleluya que nos rodea. La soberbia nos empuja a endiosar el dolor, a instalarnos en él. No queremos aceptar a otro en nuestro árido corazón. No buscamos compartir. Y nuestra soledad no es pura, ¡ay!
Baruch Spinoza decía que la alegría es la perfección. En efecto: es el punto final de nuestra peregrinación. Por eso, debemos arrancar tanto follaje, tanta complejidad mórbida en nuestro devenir existencial.
No se debe confundir la alegría con la falta de sufrimiento. Al contrario, ella, es paradójico, se consigue a fuerza de rudas golpizas. Entonces, irá fluyendo desde las profundidades más insospechadas, y será permanente, serena, dulce, como un río subterráneo, como una fuente inagotable de paz en medio de la fragorosa guerra cotidiana.
Debemos estar dispuestos a buscar la alegría. Su aprendizaje es lento, doloroso, pero cuando la alcancemos, no habrá hermana más fiel ni mejor compañera. Y con ella seremos felices, hasta para morir.
(GBJ)